Literatura
Un escritor viaja a Moscú para dar una conferencia sobre Mutis y pide que lo lleven a la última morada de un admirado clásico ruso. Así, emprende un recorrido lleno de desencuentros con el socialismo de su juventud y de paralelos literarios entre escritores eslavos y latinoamericanos, hasta llegar al culmen de su peregrinaje.
Ilustración de Pablo Bedoya.
La invitación me tomó por sorpresa. Había querido ir a Moscú en tren desde París cuando era estudiante de literatura en la Sorbona, pero eso no pasó de ser una ensoñación literaria. Desde Medellín, entre cuyas montañas me he sentido siempre enclaustrado, dicho anhelo parecía aún menos realizable. Una colega de la Universidad de Antioquia, doctorada en la Unión Soviética, fue la invitada. Pero como a ella no le interesaba mucho la obra de Álvaro Mutis, y además no tenía tiempo para preparar las charlas, me pasó la propuesta. Perplejo dije que sí, pero puse una condición al agregado cultural de la embajada en Rusia. Con gusto hablaría en Moscú sobre Mutis, pero si me llevaban a Yasnaia Poliana.
En dos semanas escribí las conferencias. El agregado creía que, después de García Márquez, Mutis era el escritor que los lectores rusos debían conocer. El propósito de las charlas nuestras –otra profesora de la Universidad Nacional también había sido invitada–, dirigidas a los espacios académicos hispanoamericanos de Moscú, era presentar la obra de quien es el autor colombiano más notable después del Premio Nobel. Inmerso en el mundo de Maqroll el Gaviero y sus destinos aciagos, me preguntaba cuál podría ser la relación entre Mutis y Tolstoi. Los dos escritores me despertaban hondas simpatías. Ocupaban, incluso, un puesto significativo en mi aprendizaje de la escritura. El papel revelador del Tolstoi de La muerte de Iván Ilich, cuando yo tenía dieciséis años, y el papel similar de “La muerte del estratega” cuando pasaba de los veinte. En alguna entrevista había leído que Mutis prefería, por encima de las obras mayores, los relatos de guerra de Sebastopol, y que esta obra temprana anticipaba, a su juicio, los logros narrativos de Tolstoi. Y tal vez sea cierto que ningún pasaje de Guerra y paz, prolija en las descripciones de las estrategias militares y profusa en su crítica a las guerras napoleónicas, tenga la intensidad desgarrada de las crónicas sobre Crimea tramadas por un joven todavía insuflado de patriotismo y amor incondicional al zar.
El viaje a M...
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Docente de literatura en la Universidad de Antioquia. Recibió el Premio José Donoso (2016) como reconocimiento al conjunto de su obra. En 2019, su primera novela, "La sed del ojo", fue reeditada por Penguin Random House.
Mayo 2018
Edición No.196