Crónica
Seis años después de ser nombrada soberana del Carnaval de Veracruz, Evangelina Tejera es acusada de asesinar a sus dos hijos. Los hechos que horrorizaron al puerto, y que originaron un nuevo mito urbano, son recogidos en este relato que combina el chisme y la nota roja.
Ilustraciones de Felipe Camargo Rojas
Evangelina Segunda,
con belleza de Artemisa:
Venus te envidia iracunda
el candor de tu sonrisa.
Poema anónimo publicado en el diario El Dictamen, 1982
El centro de Veracruz está lleno de fantasmas, solía decir mi padre, cuando pasábamos frente al primer hogar que su familia habitó en Veracruz, recién llegados de Baja California: un lúgubre patio de vecindad, ahora en completo abandono, sobre la avenida 5 de Mayo. Como tantos otros edificios del centro histórico del puerto, esta cuartería en donde mi padre dio sus primeros pasos es hoy en día una ruina llena de escombros, hogar de dipsómanos y felinos sarnosos, espectros que penan entre la basura y la maleza y espantan de vez en cuando a las buenas conciencias del puerto, como alguna vez lo hicieron el Monje Decapitado o las ánimas de las mujeres violadas hasta la muerte por las huestes del pirata Lorencillo durante la Colonia. Fantasmas en harapos que duermen la mona en el suelo de los callejones; espantos de carne y hueso que asoman sus rostros tiznados por las celosías rotas de los balcones; sombras que, por caridad o por franca astucia, habitan los despojos de estas casonas edificadas con piedra de coral y argamasa, antiguas mansiones que ahora se desmoronan sobre las aceras causando víctimas mortales en días de viento, ante la indolencia de sus legítimos propietarios, caballeretes criollos que prefieren asistir al derrumbe de sus herencias que gastar dinero, tiempo e influencias en restaurar este patrimonio histórico.
Aunque no es ni de lejos tan antiguo como muchas de las casonas abandonadas que se desmigajan sin prisa en las calles del centro, el edificio de la Lotería Nacional, ubicado en la calle Independencia, forma parte de estos escenarios fantasmales: un laberinto de apartamentos y despachos distribuidos en seis pisos, en donde aún habita un puñado de ancianos que no han podido ser desalojados debido a las antiguas leyes de inquilinato. Hombres y mujeres que viven a la luz de las velas, sin agu...
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Estudió periodismo en la Universidad Veracruzana y tiene una maestría en arte y estética de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado la novela Falsa liebre y el libro de relatos Aquí no es Miami.
Noviembre 2018
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