Ficción
En la vida como en el fútbol, las peores patadas son las que se devuelven.
Ilustración de Yeyei Gómez.
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El doctor Arturo Frondizi y yo éramos altos y flacos. En ese entonces, él entraba en su segundo año como presidente de la nación y yo cursaba el cuarto del bachillerato en el colegio situado en El Salvador y Humboldt, de la ciudad de Buenos Aires.
Más de una vez me visitó, por esas rarezas de la mente humana, este pensamiento: “Yo conozco la existencia de Frondizi pero él desconoce la mía”.
El barrio del colegio era también mi barrio y yo lo conocía muy bien. En el tramo final de la calle Costa Rica, es decir unos metros antes de llegar a Dorrego, se encontraba un taller mecánico de automóviles. Al mecánico en cuestión yo solía verlo en la vereda del taller, a veces de pie, a veces horizontal debajo de un auto, pero siempre enfundado en un overol azul con lamparones de grasa. Lo cierto es que no podía pasar inadvertido: sus casi dos metros de estatura y su fisonomía de pedestal me hacían calcular su peso en no menos de ciento veinte kilos. Además, algo tenía de los atributos del sol: rostro rojizo y redondo, ojos de un celeste diáfano, y cabellos rubios tan pero tan claros, que parecían casi blancos. Andaría por los treinta años de edad.
Al cruzar Dorrego, Costa Rica se convierte en Crámer y uno ingresa en el barrio de Colegiales. Cien metros más adelante aparecía –en aquella época– el llamado campito, que era un descomunal terreno extendido, en lo ancho, entre las calles Álvarez Thomas y Zapata, y que, en lo profundo, llegaba hasta la calle Jorge Newbery. En él se desplegaban varias canchas de fútbol, donde se disputaban partidos de jugadores aficionados. Los campos de juego no ofrecían una sola brizna de césped: eran de durísima tierra reseca.
Para entrar en el campito era necesario cruzar una depresión por donde cada tanto circulaba, en trinchera, y en una sola vía de ida y vuelta, un tren de cargas –fue eliminado hace más de medio siglo– que conectaba la estación Colegiales del Ferrocarril Mitre con la estación Chacarita del Ferrocarril San Martín. No había ninguna se&nt...
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Ha publicado ensayos, cuentos y entrevistas, y ha colaborado en medios como La Nación, Clarín y La Prensa. Su último libro de cuentos es "Los reyes de la fiesta y otros cuentos con cierto humor" (2016).
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